La vida es un instante fugaz, un flash, una viseraza…pero hay momentos que vienen a mí, con la tibieza del recuerdo, las emociones más profundas, recuerdos infinitos que nadie borrará. Anidando breves resplandores de vida. Despertando hipotenusas de ternura. Pero sí, tuve los mejores padres del mundo (aún tengo a mi mamita gracias a Dios), Disfruté durante todas las navidades de mi niñez, un arbolito de olorosas ramas de ciprés que recogía mi padre cuando los podaban en las casas de los gringos.
Al otro día se abrían los regalos. Siempre había uno para cada uno…no siempre era lo que queríamos, pero era lo que ellos nos podían dar.











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