30 ene 2007

REMENBRANZA

  • Nos conocimos... como si nada. De la nada misma que significaba para nosotros (muchas veces) esa muchedumbre que a diario nos rodeaba, sin planearlo, casi por milagro, en un lugar cualquiera, mis ojos se vieron invadidos por tu mirada.
  • Mi piel recibió el mensaje ardiente de tu piel, que latía como el oleaje de un mar cálido y tu boca invadió la mía en un beso, depositando una estela de aliento marino en cada pliegue de mi cuerpo. Así de repente, te apareciste en mi vida y te fuiste transformando en un nombre y una imagen.
  • Cuando no eras nadie, empezaste a ser tú, para mí.
  • Tu mirada brutal me mordía por dentro descontrolando mis sentidos... Tu espíritu comenzó a ser identidad de mi ternura, y en cada punción de tus encantos, mi corazón greñudo se estremecía acelerando los tañidos.
  • Fue lacónico el tiempo.
  • Al seguir nuestro viaje, tú hacia tu mundo y yo hacia el mío, una mirada saturnina acompañó nuestra despedida, como queriendo suspender el momento y hacer de ese segundo una eternidad de vida; nos alejamos con la esperanza de volver a concebir las emociones.
  • De vuelta al desierto de lo cotidiano, sin mediar nada, te aparecías a cada instante por los rincones de mi mente; tu mirada, el timbre sonoro de tu voz, tu risa generosa, tus gestos, se convertían en aroma para mi existencia.
  • Pero sabía que eras parte de otro mundo, que otros necesitan de tu presencia. Pensé borrarte de mí, inventando mil excusas, actuando con berrinches infundados. Quería hastiarte, clavándome yo misma el estilete del olvido… pero fue imposible, porque sólo quería retenerte y cuanto más me esforzaba en no pensar en ti y en fabricar locuras, más venias a mi mente.
  • Tú, más despótico y reservado, diste ese primer paso, sembrando en mí la semilla de la desesperanza.
  • ¿Acaso podía ser real?
  • Me preguntaba a cada momento... Te veía (y aún te veo), como un ser especial. No es adulación, es que simplemente no esperaba, en el ocaso de mi existencia, recibir este regalo que ha sido conocerte y quererte.
  • Por eso te digo, siempre complaciente, que eres mi dulce sueño, mi perfume hecho de terneza, que has llegado a mí casi por magia divina; que, beso a beso, caricia a caricia, te has convertido en el dueño de mi terrenal y huidizo corazón.
  • Y sigues transitando por los caminos abruptos de mis emociones.

Pintura:Danza de los amantes de OMAR