
caminan las ánimas
oleaginosas, esquivas
solas y descontroladas.
Sedientas,
con la lengua áspera
en el polvo que vuela,
como una pluma diluida.
Sedientas,
buscan a sus muertos
que son como siembras,
con raíces de sicomoros.
Sedientas,
hocican la cerveza oscura
que vas bebiendo cada mañana,
mientras cavan los cielos
su despertar de tumbas.