28 sept 2007

PERFIDIA

  • Alejandra, aletargada por la rutina, comenzó a llamarse con un compañero de universidad, con el cual en su tiempo de estudiantes mantuvo un affaire.
  • Las intenciones de Rubén eran claras y no tuvo ningún temor en decirlo... Querí­a que se reencontraran.
  • Se citaron a comer. Rubén al verla después de tres años, quedó aturdido ante la belleza de Alejandra, que estaba resplandeciente con su vestido malva. La desnudaba con la mirada. Y ella, después de mucho tiempo, sentí­a que el sol habí­a entrado de nuevo en su vida.Sin percatarse que ya no habí­a nadie en el restauran, simplemente los tuvieron que echar.
  • Anochecí­a; decidieron bajar a la playa donde todo se volvia electrizante: el mar rumoreaba en calma, noctilucas alumbraban las huellas de sus pies descalzos. El vino y los mariscos avivaron la libido y terminaron con un apasionado beso sobre las rocas.
  • Rubén la siguió llamando al transcurrir los días, pero ella no contestaba: le pesaba en su conciencia. Decidió dejar pasar el tiempo hasta que todo se calmase, No obstante la inundaba un río desbordante de ansiedad.
    Un mes después, Rubén la convenció para pasar un fin de semana juntos. Ella, deseosa, aceptó. Invento la mentira más grande de su vida en casa y se fue con él.
  • Se reunieron en las cabañas, en un centro turístico de Pica,un paraíso en medio del desierto. Estuvieron disfrutando la tibieza de las aguas termales que brotan desde el fondo de la tierra en la Cocha. Hasta las tres de la mañana.
  • Sin apenas hablar, se fueron a la cabaña, con la luna de testigo y el cielo pintado de perseidas; dos vasos de licor ahuyentaron los desasosiegos y se entregaron entre besos con sabor a amaretto y miel.
  • Ella se sentía azorada de sentir otro cuerpo, otro aroma; el deseo y la lujuria se fueron embriagando y los cuerpos se fusionaron, recreándose en el tibio carnal ofrecido, fervoroso, embravecido y dulce, que hace mujer a una ¡ mujer!
  • Con el crepúsculo matutino y sin un adiós, Alejandra abandonó la habitación. Este pérfido acto caló hondo en su espí­ritu, donde deliraba convicta en una cárcel de pieles, por haber sentido y gozado con un hombre.
  • Desde ese dí­a nunca más contestó las llamadas insistentes de Rubén. Pues ella amaba enardecidamente a Julia.
  • Este episodio se convirtió en su amoroso secreto, que guardó en el bolsillo ignoto de su corazón.
  • Dos mujeres corren en la playa (La carrera), 1922 – París, Musée Picasso

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