
Aviesa diré que mis frías lunas,
son en tus manos encendidas dunas,
musítame obsceno, que ya soy tuya.
¡Penétrame en untados argumentos!
Concibamos cabriolas sin apoye,
en un nocturno en el que nada se oye ,
excepto el oscilante movimiento,
de tu cuerpo y el mío en nuestro lecho,
con caricias ladinas, siempre bellas
y encendidos derritamos el hielo.
Siénteme más, como nunca lo has hecho,
¡esta noche sonríen las estrellas!
Que sin aliento nos llevan al cielo.