- Los días que llegan nos sientan de cabeza;
- tomamos el té de las horas rezagadas,
- mirando para el otro lado, abriéndose
- las manos suaves; entre el viento y el sol:
- no seremos cenizas sutil ni suspiro.
- No tendremos perdida la huella ni el camino.
- ¿Para qué el cuerpo si la selva es silencio?
- ¿Para que los meses sin una clepsidra,
- midiendo el tiempo rebalsado de premuras?
- No creemos en nada, se nos tapa la boca
- de oxigeno disipado que nos ata a una casa,
- esperando; el paso de los días, su textura.
- Lujuria que cantamos, el pan que nos satisface
- y olvidamos de tomar el té que nos lleva al sol.
Las palabras son como varitas mágicas; si llegan a los lectores, se esparcen por todo el mundo. Ellas pueden tocar a quien sea, sin importar el estrato social ni el cultural, si eso ocurre las personas tocadas, por un momento se convierten en hadas. Soni
20 may 2007
DISYUNTIVAS
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