Con tus goznes de dudas me torturas
Esparciendo mi purpúrea sangre
Con tus ideas macilentas.
Y mis labios pierden el aliento
como la piel sin piel ni pensamientos.
¡No hay canciones de amor, ni campanadas!
Espantándome, que busques afanosamente
el abrigo de mis sostenes
que son colmenas llenas de frío
Esperando que salte un pececito de plata.
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