En la camisa amarga de tu existencia,
en los grilletes oxidados del tiempo,
de este lecho de alcatraces y gaviotas
y en cada espiga trágica de peces…
Aprendí,a amarte marinero.
Y nos perdimos sin remedio, tú y yo
en una algarabía cálida de caricias
donde fuimos mar embravecido,
en los fiordos de oleadas frías.
Ahora este amor se va sin retornar
como si fuese un bucle de viento
en una dolorosa canción de espuma,
mientras el cielo se cubre de pena.
Y en un epitafio amoroso en mi rompiente,
en el mascarón de mi proa naufragada
se resquebraja mi mudez para despedirte,
con un canon entonado por frágiles estrellas.
Las palabras son como varitas mágicas; si llegan a los lectores, se esparcen por todo el mundo. Ellas pueden tocar a quien sea, sin importar el estrato social ni el cultural, si eso ocurre las personas tocadas, por un momento se convierten en hadas. Soni
22 may 2008
DESPEDIDA
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