Llena de dulce encanto y de paz,
rescato a mi memoria del abismo,
de sentimientos juzgados.
Con el transitar de las auroras,
Con el transitar de las auroras,
no me arranco las primeras canas
ni ansío la juventud eterna.
Pues, la naturaleza sabía y redentora,
Pues, la naturaleza sabía y redentora,
se encarga de ir debilitando el paso,
indetenible e irreversible del tiempo.
Cuando las sonrisas son alegres,
de leyendas que palpitan...
en clamores plañidos.
De dulce encanto, llena de paz,
ya no le temo a la proximidad
de mis últimos crepúsculos.
Foto: de soni (acantilados de Antofagasta)
4 comentarios:
Reflexivos y esperanzados versos esta vez, corazón. Me gusta leerte así. Dejo un beso.
Este poema es una reflexión muy sabia; tan sabia como la naturaleza.
Un beso amiga.
Dante,dotore!!!
Gracias!
besitos, Sonia
Gregorio,amigo mìo!
Muchas gracias...uhmmmmmm una reflexiòn.
besitos
Sonia
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