El apartamento
“¿Qué hacer?” Murmuró apenas estuvo sola. Reflexionó un momento y se dirigió hacia la ventana. El viento de septiembre agitaba las alturas de los árboles y levantaba por la carretera visible a través de la verja, un polvo blanco que se arremolinaba a pocos metros del suelo y parecía no posarse nunca. No había planta que resistiera este inmenso calor del desierto.
Dejó la cortina y fue a sentarse en un montículo de leña, junto a la jaula de los canarios, que antes, le había puesto agua fresca, alpiste y pepitas de morrón, para que cambien el color de sus plumas. Le habían dicho.
Había momentos en los que su vida le parecía un collar de abalorios, pesado de años, como detrimento de un ser vivo; como un doble que robaba su rostro, sus gestos, su voz. Abandonándose a la esperanza de nuevos días, fundados en los recuerdos, en la nostalgia…Se irritaba con esta especie de viaje a través del tiempo que se veía obligada a realizar. ¿Adónde la llevaba? ¿Hacia qué alegría? ¿Qué compensación le haría olvidar sus sueños?
Comprendía que nada podía ser modificado. Todo le hacía creer que terminaría su vida en aquella casa. A una de las habitaciones de esta casa la vendría a buscar la muerte, la muerte que ella no quería, y que la arrancaría de una vida que ella adoraba.Los dos cajones de flores que estaban frente a frente, en un rincón del patio, no eran ahora sino un altozano de tierra abriéndose al sol con olorosas fresias amarillas y fucsias recién germinadas.
¿Y el gallo? ¿Y los perros?... ¡y el conejo…! ¿Y el pobre pigue? su gato regalón, ¡Y el canario!... ¡ays! ¿Y su único árbol? Aquel que plantó al fondo del patio, donde ella se refugia a descansar y a esperar las estaciones del año… Hoy, justamente hoy, se han posado sobre una de sus ramas un par de golondrinas, y quién sabe a dónde van o de dónde vienen.
El arancel no era cosa de regodearse. El nuevo apartamento tiene buena ubicación, una hermosa vista al mar, estacionamiento, y piscina. Se requería un alma más fuerte que la suya para sostener sus paredes.Por muy imperiosa que pareciera, por mucho que impresionara al guapo de su marido con su dureza de carácter, era en realidad débil, más débil que aquellos a los que tanto imponía.Sólo le quedaba preconizar tan buena elección…
6 comentarios:
Imágenes evocadores y hermosas, llenas de melancolía Sonia, me gustó la forma poética de narrarlo. Besos.
Carmen
Quizá cuando termine el relato, tu protagonista o tú misma, descubra que es igual dónde, lo que importa es cómo o, en último término porqué o con quién.
Me encantaría que lo continuaras.
Bicos.
Entrañable relato. Dificil convivir con el desarraigo que produce dejar los espacios que guardan una estrecha relación afectiva con uno. Asi se trate de unas simples paredes. Fue un placer leerlo, corazón. Un beso.
Nostálgico relato que evoca el recuerdo de los años vividos en un lugar abierto al aire no contaminado, en una casa con su patio, su árbol, sus flores y sus animalitos. Un lugar más natural y campestre, donde la vida fluye lejos de aglomeraciones y ruidos.
Yo que he vivido en esas condiciones, y ahora vivo en una especie de colmena de cemento, sé lo que se siente al abandonar una casa así.
Te recomiendo que concluyas este relato, y hagas que sólo haya sido un mal sueño, y la protagonista siga viviendo en esa entrañable casita.
Un abrazo.
"...había momentos en los que su vida le parecía no un abalorio de años"
Muy poético y muy evocador. Me encanta cuando haces prosa.
¿Lo acabarás? Si haces una continuación, por favor, no digas que lo es, deja que lo descubramos...
Gracias amigos, por sus comentarios e interés...
Monelle,fonsinella,Dante,Gregorio, Manel Aljama.
Son ustedes muy amables!
Y sí,trataré de contunuarla.
Muchos besitos
Sonia
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