Se pasó la mano por sus cabellos como si fuese una caricia obligada y exclamó; ¡Qué diablos, nunca existirá ningún vinculo entre ella y yo…!
Isis, aún era joven, pero con algo indefiniblemente marchito y amargo, siguió un sueño, insensata; en la poltronería que se había convertido su vida. Su rostro era lleno, sin color, con una carne blanda que predecía después esas arrugas profundas que dibujaban, alrededor de los cuarenta, una risa silenciosa en torno de la boca. Sus ojos grises se adherían fuertemente a lo que pensaba, traicionando su escasa voluntad. Dos lágrimas fueron prescindidas de un tirón. Una emoción violenta, sin piedad, compartida por la alegría y la tristeza de encontrarse, así fortuitamente riéndose de los adverbios del tiempo, les impidió despedirse, pero ella dentro del taxi le observó hasta que hubo desaparecido, con la retina de sus ojos enamorados.
Despertó trepidante bañada de sudor, se incorporo lentamente de la cama y pensó en este sueño.
¿No habrá sido premonitorio?
Foto: Un atardecer en Arica.
2 comentarios:
Tienes mucho que comentar, pero me he quedado aquí, ya que no tienes ninguno y porque me gusta especialmente la profundidad de este poema y por el título, que en cierta manera lo hace especialmente parte de ti.
No pierdas nunca la magia de la poesía.
Un beso desde mi isla hasta tu desierto, desde mis playas a las tuyas.
Chajaira
Chajaira:
Muchas gracias por tu comentario,querida amiga y confidente
un besito
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