9 ago 2010

SEPTIEMBRE Y MI PRIMER AMOR




“Yo creía poseer infinitos corazones. Y, cuando encumbraba un volantín, pensaba, seriamente, que uno de mis corazones salía de paseo por el cielo.” Andrés Sabella





Yo era una mocosa, aún no había llegado a mi adolescencia, soy muy pecosa y el pelo lo tengo del color del cobre, sobresalía entre las niñitas de la calle C.

Mi primer amor fue un adolescente, que acababa de entrar a la universidad.

Un día salimos a la pampa, con mis hermanos a elevar volantines y con mi abuela Antonella, que era quien se encargaba de arreglar y parchar los volantines cuando se nos iban a pique.

Al sentarme en una piedra, me picó un alacrán, en uno de mis glúteos. Desconsolada me puse a llorar. Él, estaba como a cinco metros de donde estaba yo; también elevaba volantines. Se acercó, y me preguntó qué me había sucedido. Yo le mostré la picadura del bicho, sacó un pañuelo y me lo puso en la pierna.


_Apriétalo fuerte, para que el veneno no avance.


Entonces mi llanto fue más fuerte. Secó mis lágrimas con sus labios a modo de caricia y me dio un beso; mi primer beso de amor cerca de la comisura de mi boca.


_Ya no llore más pecosita hermosa, mira, enviaré un mensaje en mi volantín a los dioses que están en el cielo. O si quieres a la China.


Dejé de llorar... y le miré embobada.


_ ¿Me dirás que deseo pediste? .Le pregunté llorosa.


_Sí, le he pedido, que cuando tú seas grande te cases conmigo; y me guiño un ojo.


Mmmmmm... Cómo recuerdo ese sentimiento. Pues, en ese momento me sentí muy importante. De soslayo miraba la picada, cuidando que él, no viera mis calzones. En realidad, a esa edad, como que no interesa no hay ni existe maldad.

La picada del alacrán, comenzó a hincharse... y volví a ponerme a llorar. Tiernamente acarició mi cabello.


_Pero qué pelo tan lindo tienes, _me dijo_ pienso que para consolarme.


Mi llanto se hizo más agudo, porque a esa edad,también me afligía el color de mi cabello, pues yo era blanco de las burlas de los demás niños de la calle C  "Cabeza de cobre",  "rubia vos que  teñí tu pelo con pichí",  "Eris hija de los gringos".  Me decían.

Me diferenciaba, incluso, entre mis hermanos, ninguno era pelirrojo. ¡Pensé que no era hija de mis padres! Hasta que nació mi hermana Rosana, que es también pelirroja, muy parecida a mí.

_ ¿Ya llegó el mensaje a los dioses?


_Sí, mi niñita.


_¿Y qué te dijeron?


_Me dijeron que tú serás mi esposa, cuando yo salga de la universidad. Seré médico. ¿Lo sabías? Tengo problemas para pagarme mis estudios. _Me confesó. _Pero, durante los veranos, trabajaré recogiendo la basura. ¿Tú te querrías casar con uno que recoge la basura?


_ ¡Sí! ¡Grité! ¡Sí, quiero!...


Tomó mi mano, acarició nuevamente mi pelo, miró la herida, o picada. Dejó el cordel del volantín amarrado en una piedra y me tomó en brazos, al aferrarme de su cuello... fue allí cuando sentí... eso...ese, algo, inexplicable y volví a sollozar. Dócilmente, me llevó hacia donde estaba mi abuela.


_Doña antuquita, aquí le dejo a mi princesita, le picó un alacrán. Levantó el ruedo de mi vestido, para mostrarle la zona herida, sentí escalofríos.


El tiempo transcurrió... todos los días de ese verano y del siguiente, me apresuraba para salir a mi ventana, cuando venía el carro de la basura, y observaba cómo saltaba del mismo, recogía los tarros de basura y los echaba con fuerza, dentro del camión.


_ ¡Princesita, en marzo me voy a la universidad, voy a ser un doctor! ¡Y nos casaremossss ! Me gritaba.


Y yo le enviaba un beso entre mis dedos, mientras tanto me hacía mujer. En uno de esos veranos, él murió. Cayó debajo de las ruedas del camión de la basura.

Aún el viento de cada mes de septiembre y los volantines, lo traen a mi memoria.